6/22/2006

El Jardinero - Rabindranath Tagore


XV

Como corre la gacela, embriagada en su propio perfume, hacia la sombra del bosque, así corro yo.

La noche es noche de mayo, la brisa es brisa de mediodía.

Pierdo mi camino, yerro; busco aquello que no puedo encontrar; encuentro aquello que no busco.

Se levanta en mi corazón la imagen de mi deseo, y la veo danzar ante mis ojos.

La centelleante visión asciende.

Intento atraparla, pero se escapa y me deja extraviado.

Busco aquello que no puedo encontrar; encuentro aquello que no busco.



XXVI

Tomaré lo que quieras darme, nada más te pido.

Sí, sí, ya te conozco, mendiguito, y sé que quieres cuanto tengo.

Si me dieras esta pequeña flor la llevaría sobre mi corazón.

¿Y si tiene espinas?

Las tomaría también.

Sí, sí, ya te conozco, mendiguito, y sé que quieres cuanto tengo.

Una mirada de tus ojos amorosos endulzaría mi vida por toda la eternidad.

¿Y si mi mirada fuera cruel?

Guardaría su herida en mi corazón.

Sí, sí, ya te conozco, mendiguito, y sé que quieres cuanto tengo.

XXVII

Cree en el amor, aunque sea una fuente de dolor. No cierres tu corazón.

Amigo mío, tus palabras son oscuras, no puedo entenderlas.

El corazón se ha hecho para entregarlo con una lágrima y una canción, amada mía.

Amigo mío, tus palabras son oscuras, no puedo entenderlas.

La alegría es frágil como una gota de rocío y muere sonriendo. Pero la pena es dolorosa y tenaz. Deja que un doloroso amor despierte en tus ojos.

Amigo mío, tus palabras son oscuras, no puedo entenderlas.

El loto prefiere florecer al sol y morir, a estar encerrado en el capullo durante un invierno inacabable.

Amigo mío, tus palabras son oscuras, no puedo entenderlas.



XXX

Tu eres la nube del crepúsculo que flota en el cielo de mis sueños.

Te dibujo según los anhelos de mi amor.

Eres mía, y habitas en mis sueños infinitos.

Ts pies se colorean con el fulgor de mi deseo, espigadora de mis cantos vespertinos.

Tus labios tienen el amargor y la dulzura de mi vino de dolor.

Eres mía, y habitas en mis sueños infinitos.

La sombra de mi pasión ha oscurecido tus ojos. Eres la alucinación de la mirada.

Te he prendido y envuelto en la red de mis cantos, amor mío.

Eres mía, y habitas en mis sueños infinitos.

XXXV

Temes que te conozca muy pronto, por ello juegas conmigo.

Me deslumbras con tus risas para esconder tus lágrimas.

Conozco tus argucias.

Nunca dices la palabra que querrías decir.

Temes que no te estime, por ello me huyes de mil maneras.

Temes que te confunda con la multitud, por ello te apartas.

Conozco tus argucias.

Nunca vas por donde querrías ir.

Pides más que los otros, porque eres callada.

Con juguetona despreocupación evitas mis regalos.

Conozco tus argucias.

Nunca aceptas lo que querrías aceptar.



XLI

Deseo decirte las palabras más profundas, pero no me atrevo, pues temo tu burla.

Por ello me río de mí mismo y transformo en bromas mi secreto.

Me burlo de mi dolor, para que no te burles tú.

Deseo decirte las palabras más sinceras, pero no me atrevo, pues temo que no me creas.

Por ello las disfrazo de mentiras y digo lo contrario de lo que pienso.

Me esfuerzo en que mi dolor parezca absurdo, para que no te lo parezca a ti.

Deseo decirte las palabras más valiosas, pero no me atrevo, pues temo no ser correspondido.

Por ello te nombro duramente y me enorgullezco de mi insensibilidad.

Te aflijo, para que no ignores qué es la aflicción.

Deseo sentarme a tu lado, pero no me atrevo, pues temo que mis labios traicionen mi corazón.

Por ello parloteo disparatadamente, escondiendo mi corazón tras mis palabras.

Trato a mi pena con dureza, para que no lo hagas tú.

Deseo alejarme de ti, pero no me atrevo, pues temo que descubras mi cobardía.

Por ello levanto la cabeza y me acerc a ti con aire indiferente.

La constante provocación de tus miradas renueva mi dolor sin cesar.


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Por algún extraño motivo, los humanos nos jactamos siempre de ser los primeros que hacen algo, los más especiales los más incomprendidos, los más originales.

Siempre soy yo la que más sufre, la que más pena, la que nadie entiende, la que amó más ardientemente y con mayor devoción.

La que se sintió más ultrajada, más engañada.

Pero siempre hubo alguien que se sintió así antes que yo. Si no, no había poesía, si no, no habría literatura, si no, no habrían pinturas siquiera, ni música.

Es bueno recordarlo.

Y si esas personas llegaron a plasmar sus sentimientos, imagino que es porque sobrevivieron para hacerlo. A lo que fuera.

No es que me sienta así ahora mismo, pero para quien necesite recordarlo, aquí dejo esto; y para quien no conociera a Tagore.

Y si tengo que escoger una frase, me quedo con esta:

El loto prefiere florecer al sol y morir, a estar encerrado en el capullo durante un invierno inacabable.

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