6/05/2006

Los pilares de mi vida

(c) Michael Whelan

A estas alturas todo el mundo debe estar al corriente ya más o menos de mi vida, y lo que acontece normalmente: mis preocupaciones, mis anhelos, qué aprecio; y quizás también os podéis hacer una idea de qué detesto.

Mi vida, como la de cualquiera tiene sus pilares:

Mis padres (con sus más y sus menos)
Mi hermano (con sus menos más que sus más, pero es que es muy pequeño todavía)
Mis gatos (mis bebés, mis nenes, mis tesoros, mis cosas lindas)
Mis amigos (o familia urbana)


Dentro del apartado “mis amigos” hay alguien que sobresale y que considero más familia que simple amigo. En el cumpleaños de mi madre, cuando estábamos haciéndonos las fotos, mi madre le dijo que se pusiera, porque él también es de la familia. Y así es.

La persona que tiene el mérito de haberme aguantado casi todo los últimos seis años de mi vida, en los que considero he sufrido la mayor parte de las sacudidas que puede hacer que uno se catapulte al estrellato o se estrelle contra el suelo.

A su manera, es una especie de Pigmalión que hizo de mí una especie de Galatea, con la que ningún hombre se atreve a lidiar, por eso xD. Pero me animo con lo que me decía de “los pura sangre no están hechos para todo el mundo”, aunque yo prefiero: “no están hechas las margaritas para los cerdos”.

Te doy las gracias por las incontables veces que has estado ahí para ayudarme, apoyarme y animarme. También por saber hacer lo que nadie sabe, que es no sermonearme. Es difícil conocerte, y cuando lo pienso, me doy cuenta de que probablemente sabes más tú de mí que yo de ti.

Hablo mucho y eso es a la vez virtud y defecto.

Te admiro, porque eres una persona “fría” y “calculadora”. Y sobretodo por ser una mente brillante. Leí lo que escribiste y me pareció fantástico, me gustó mucho y espero que sigas escribiendo, aunque sea para amenizarme las mañanas xD =).

Cuando hace seis años aparecí por el Zones, no me imaginaba ni remotamente que iba a sacar algo tan bueno de todo eso… A parte de mis dos balas certeras xD Jias jias jias…

**** Mi familia

Bueno, como Mafalda, yo tengo la teoría de que nacer, yo habría nacido aunque mis padres no hubieran intervenido. Seguro, por mis ovarios.

Con mis padres he tenido mis más y mis menos.

Con mi padre ha sido con quien peor me he llevado, por cosas de la vida. Durante mucho tiempo nos llevamos fatal, nos detestábamos, y chocábamos mucho. Muchísimo. Demasiado.

A los siete años me escapé de casa, y me fui al parque. Me quedé allí un rato, y una vez me hube escapado, sentada en la placeta, me quedé pensando “¿y ahora que?”. Y como no sabía qué hacer, me fui al bar de una amiga del colegio. Sus padres llamaron a los míos.

Mis padres me vinieron a buscar. Primero asustados y luego enfadados. MUY enfadados.

Mi padre escribió por mí que me había escapado de casa en mi Diario del Mundo Secreto de los Gnomos (por aquel entonces se emitía en TVE 1 David el Gnomo, y yo tenía un diario), y que me había castigado.

No sé porqué ese resentimiento irracional contra mi padre.

Mi familia es de Uruguay. Nací allí y con 4 años había vivido en Uruguay, en Paraguay y unas semanas en Brasil. Mis padres trabajaron de muchas cosas en su vida. Fueron fotógrafos, escaparatistas, pseudos-arqueólogos…

Son dos personas que se han buscado la vida, que se han sacado las castañas del fuego siempre. Son dos luchadores natos. Y no lo hicieron tan mal, aquí estamos.

Mi madre es cuatro años más grande que mi padre. Me tuvo con 26 años, por lo tanto, mi padre tenía 22 cuando yo nací. Quizás era muy joven.

Pero vamos a empezar por el principio…

Tengo apellidos italianos, pues tanto mis bisabuelos maternos como paternos, lo fueron. No sé cómo llegaron a Uruguay, el caso es que se establecieron allí en una época dura para todos. Italianos y españoles son el pan de cada día en Uruguay. Los españoles, además, reciben el mote de “gallegos” por lo que deduzco que la mayor parte de ellos provenían del norte.

Dice mi abuela que por mis venas corre sangre de piratas caribeños. Hace mucho tiempo, más de un siglo, uno de los últimos piratas, un tal Souza dejó su fortuna y determinó que en 100 años se repartiera entre sus herederos, teniendo en cuenta que pensaba que serían pocos. Llegado el momento muchos fueron los que optaron a una porción de la riqueza que el país en cuestión no quiso soltar.

Se gastaron un dineral increíble en abogados. Mi abuela renunció a su parte, porque pensó que no valía la pena y que iba a gastar más de lo que sacaría.

De mi familia paterna sé muy pocas cosas, sé algunas más de mi familia materna.

La madre de mi madre, es una mujer extraordinaria. Emprendedora y yo creo que rebelde y visionaria para su época. Se casó cuarto veces, dos de ellas con el mismo hombre. Así que ha sobrevivido a tres maridos (en paz descansen).

Era hija de un relojero y supongo que un ama de casa. Mi bisabuelo, su padre, se llamaba Nicolás. Me gusta mucho ese nombre. No recuerdo gran cosa de él, y es una pena. Me contento con ver algunas fotografías viejas. De mi bisabuela no recuerdo nada.

Cuando mi abuela estudiaba, quiso ser piloto. Era su ilusión, ser la primera mujer piloto de Uruguay. No pudo ser, su familia se opuso. Pero su mejor amiga lo consiguió. Ella consiguió ser la primera mujer piloto del país.

Mi abuela, también se buscó mucho la vida. Se casó con el padre de mi madre, se separó de él y luego se casó con un alemán, los hijos del cual, muy estirados ellos, no parecían verla con buenos ojos.

Por miedo a cómo tratarían a mi madre, la envió a vivir con sus abuelos. Con los años el alemán murió de cirrosis (o algo parecido).

Mi abuela montó una especie de residencia de estudiantes, alquilando habitaciones de una casa para salir adelante. También tuvo una casa de empeños, y acabó teniendo una pequeña inmobiliaria. Mi primer recuerdo de esa inmobiliaria es que siempre jugaba a vender casitas. Y todas, absolutamente todas, tenían piscina.

Mi madre, creció en un ambiente muy conservador y fue a colegio católico. Supongo que de ahí su moral. A veces creo que se asusta de cómo soy yo, tan diferente, tan calculadora y manipuladora. A mí me importa el dinero, y a ella el bienestar general. Somos muy distintas. También tuvo la suerte de conocer a mucha gente cuando estaba en la casa de huéspedes de mi abuela, muchos estudiantes. Así que adquirió conocimientos que la ayudaron cuando empezó a cursar su carrera de abogacía, que después dejó.

Tras eso, consiguió entrar en el Hospital Clínico de Montevideo, como archivadora.

Allí, conoció a mi padre. Supongo que ella lo vería como “mi padre, el yogurín”. Un chico de 22 años, músico que estaba hospitalizado por no sé qué.

El azar intervino, como suele hacer a lo largo de la vida en muchas ocasiones, y les juntó. Mi padre había quedado con otra Susana, amiga de mi madre quien no quería quedar con él. Así que su amiga le cedió el honor a mi madre, de salir con el joven músico.

Y así se conocieron. Estuvieron saliendo tres meses, y a los tres meses se casaron, y al poco nací yo.

De mi vida en Uruguay, en la casita, lo que más recuerdo son mis gatos Fifo, Mimí y Popi; el dulce de leche y las tabletas de dulce de leche; mis comics de Marvila y ver Marvila en la televisión junto con Naranjito, y el ballet. También recuerdo al tío Tití.

Cuando tenía dos años o así, me disfracé de Wonder Woman, para carnaval. En Montevideo es verano en carnavales y hace buen tiempo. Recuerdo los fuegos artificiales y los truenos de colores que ponían en las ramas cortadas de los árboles que silbaban mientras cambiaban de color.

También recuerdo un día que llovió tanto que se inundó la calle casi medio metro de alto, y mis padres salieron conmigo porque yo quería jugar en esa piscina improvisada que era la calle.

Iba a un colegio para niños pequeños, y llevábamos siempre una bata blanca con un lazo azul. Cantábamos el himno nacional todos lo días, y volvía a casa en un autobús de color amarillo de esos antiguos, la guagua, que aun puede verse en películas viejas.

Mis padres viajaban mucho, les gustaba mucho viajar.

Vivimos unas cuantas aventuras, hasta que llegamos a España.

Mi abuela, la madre de mi madre, se enteró que nos veníamos la noche antes de coger el avión. Así son las cosas…

Tuvieron la oportunidad e irse a vivir a EUA y trabajar para Lois allí, pero decidieron venir a España a probar suerte aquí. Mi padre quería ser músico.

Llegamos a España con 1000 dólares bajo el brazo, que tenía que dar para todo, alquiler, comida y aguantar hasta tener una forma de sobrevivir. Mi madre empezó trabajando en una pizzería en Esplugas de Llobregat. Allí pasé la primera enfermedad infantil de mi vida, que fueron las paperas.

De esa época recuerdo mi guardería, con la valla de obra y las tortuguitas de mazapán que mi padre me compraba cuando me venía a buscar. También me compraba una Don Mickey a la semana.

Después nos mudamos a Barcelona capital. Acabamos viviendo un tiempo en lo que hoy es la Rambla del Raval. Por aquel entonces era la calle Cadenas.

Allí me llevaron una vez a un ballet del barrio, y me encantó. Me apuntaron para practicarlo y yo estaba emocionada.

Vivíamos en una especie de casa comunal, con una pareja de italianos, una chica francesa, un señor español y algunos chicos más. Eran todos una especie de segundos padres. Todos me cuidaban y me daban el desayuno. Recuerdo con especial cariño a un chico que se llamaba Toni, que me regaló el libro de cuentos que le regaló su abuelo a su padre y su padre a él. Era un libro de cuentos de los Hermanos Grimm.

Desde pequeña soy propensa a las anginas, las padezco dos o tres veces al año. De pequeña era peor, y Toni siempre me leía un cuento cuando estaba enferma. También me leyó junto a mi padre el Principito, y además mi padre me leyó Juan Salvador Gaviota.

Una vez, años más tarde, volví a ver a Toni en la calle, tendría yo dieciséis años y le reconocí, y le di las gracias. Me dijo que el libro era para mí, que me lo quedara. Es uno de los libros que más quiero en este mundo.

La chica francesa con la que vivíamos me regaló cuentos de Asterix. Fue una infancia feliz, más o menos.

Cerca nuestro había una tienda étnica, de un africano que hacía cosas de artesanía. La gente le miraba mal solo porque era negro. Es más, una vez vino un amigo suyo con su hijo a la tienda mientras mis padres y yo estábamos de visita.

Yo quise jugar con el niño, pero su padre puso cara de susto, porque una blanca quería jugar con él. Cuando estuve cansada me fui a sentar encima de mi madre. El hijo de aquel señor estaba en un banquito y su padre lo sacó corriendo para que me sentara yo. Una aberración. El hombre tenía pánico.

Otra anécdota que recuerdo es mi primera Semana Santa. Me dio un miedo horrible. Me sacó Miguel a dar una vuelta (un amigo de mis padres con el que vivíamos también, que ahora regenta un bar muy chulo en la Rambla del Raval), y empecé a escuchar la música de redoble de tambor. Y empezaron a venir los capuchinos. Yo, que no sabía lo que era, asustada me puse a gritar “el kukux klan el kukux klan”, y Miguel me sacó a rastras por el follón que estaba montando con mis berridos.

Ni que decir, que detesto la Semana Santa y sus capuchinos.

Estudié en un colegio cerca de la Biblioteca del carmen, antigua sede del Barça. Ahora ya no es un colegio, pero era un edificio precioso. Allí descubrí por primera vez lo duro que es ser inmigrante, cómo me trataban algunos niños. Pero a todo se sobrevive =), de todo se aprende y todo te hace mejor y más fuerte.

Un poco más tarde mis padres se alquilaron un pisito al lado de donde vivíamos, en la misma calle cadenas, un par de números más allá. Montaron su pequeño taller de costura y así empezó el negocio que con el tiempo les daría una tienda propia (más tarde la tienda se cerró, por cosas de la vida), y juntaron dinero como para movernos a Avenida Paralelo que es donde residen aun en la actualidad, a un piso amplio con un patio lleno de gatos.

Resumir mi vida llevaría muchísimas páginas, cosa que dejo para más adelante.

A mis padres, creo que no les conozco, a pesar del tiempo que llevo con ellos, lo cual es bastante chocante. No sé cual es su color favorito, ni su número favorito, ni comida favorita,… A veces es un problema cuando llegan fechas señaladas porque no sé qué regalarles.

A mi madre sé que le gusta l lectura, así que le regalé los primeros libros de canción de Hielo y Fuego. A mi padre, también le gusta la lectura y estoy intentando viciarle al tema.

Pero a veces me cuesta encontrar presentes adecuados.

Con mi madre me he llevado siempre más o menos bien. Creo que ni mi padre ni yo le hemos puesto las cosas fáciles con nuestras peleas, que la inducían a decantarse para un lado o el otro, si bien cuando estaba neutral siempre alguien se enfadaba con ella. Ella tenía la teoría que tenía que apoyar a mi padre, que en el fondo es quien iba a estar con ella cuando yo me hiciera mayor. Supongo que es una idea como cualquier otra.

De todas formas, no se lo hicimos pasar muy bien, porque nosotros dos chocábamos mucho. Tengo el mal carácter de mi padre y su cabezonería, y el humor negro y sarcástico de mi madre. Un cóctel interesante. Además, he tenido que ser una luchadora nata siempre, peleando por las cosas que quería conseguir, desde pequeña.

No me quejo, doy gracias por haber salido como salí, por ser así de fuerte y no amilanarme a la primera (y por tener a Grunttt cuando me amilano).

A mis padres (a los dos) les doy las gracias también por haberme enseñado a amar los libros, por hacer que adorara la lectura, desde pequeña. Y por animarme a estudiar lo que yo quisiera, sin imponerme ellos una carrera.

Por darme libertades y pequeños derechos poco a poco, y ayudarme así a ser responsable de mis actos, por hacer de mí una persona consciente. Me enseñaron a razonar, a ser creativa, a no dejarme pisar por nadie.

No me bautizaron, no me hicieron pasar por la primera comunión, dejaron que el día de mañana yo eligiera si quería estar marcada por una religión. No me pusieron pendientes nada más nacer, me dejaron los lóbulos intactos para que si yo, el día de mañana lo quisiera, me perforara las orejas a mi gusto.

Hemos pasado muchas cosas buenas y muchas malas. Tengo que reconocer que soy una rencorosa de narices, y me cuesta perdonar y mucho más olvidar. Por eso muchas veces nos ha pasado lo que nos ha pasado. Pero cosas malas a parte, somos una familia.

Con el tiempo he visto que mi padre no era tan malo, simplemente tenía sus ideas. Ahora le respeto y me respeta.

Desde que me fui de casa puedo hablar con él de igual a igual. A veces prefiero hablar con él que con mi madre, porque me trata como a un adulto, porque me habla como un amigo, porque entiende que a veces cuando hablo, no busco consejo.

Llegamos a un pacto: él no me da consejos, emite sugerencias.

Sugerencias que yo soy libre de tomar o no, y las tome o no, él me respeta.

Sé que está orgulloso de mí. Es una persona que le cuesta mucho decir lo que siente. Es difícil oírle decir “te quiero”. Pero en el fondo sé que me quiere. Aunque los dos seamos unos neuróticos que nos pasamos el día discutiendo.

Los dos nos hemos dicho cosas muy feas, y bastante fuertes. Pero los dos nos hemos perdonado. Ahora, cuando él se enfada, no le hago caso. Supongo que él hace lo propio conmigo.

Con él aprendí que cuando estás enfadado sacas serpientes por la boca, cuyo veneno hace daño. Tardas mucho tiempo a veces, en resarcir ese daño. Por eso, ahora, intento callar y contenerme, y dejar pasar las olas tormentosas a través de mí, y cuando calme, hablar de nuevo.

A mi madre, darle las gracias por su paciencia en las situaciones difíciles que la hemos puesto y pedirle perdón por lo mal que se lo hemos hecho pasar. A mi padre, disculparme por las cosas que le haya dicho y le hayan hecho daño.

A los dos, decirles que les quiero un montón y estoy muy orgullosa de ellos por habernos sacado a los tres adelante, después de haberse venido a España con una mano atrás y otra delante, con los 1000 dólares en el bolsillo que consiguieron darnos un piso a los tres.

**** Mi hermano

Hace once años y medio, mi madre vino un día y nos dijo que estaba embarazada. Poco más y me da u infarto. No sabía cómo tomármelo… Primero contenta y después no sabía qué hacer.

El diecinueve de enero de mil novecientos noventa y cinco, a las 21:30 horas nació mi hermano.

Estaba tan orgullosa de él, de esa cosa pequeñita, rosadita y arrugada…

El pobre, a pesar de su corta edad, ha pasado de todo: por la incubadora de pequeño, primero al nacer y después por ictericia. Le operaron el píloro porque no comía bien y le hicieron la circuncisión (pobrecito, lo que lloraba).

A mi hermano, a mi modo extraño que no demuestro mucho, también le quiero.

Desearía haber sido mejor hermana de lo que he sido, y espero quizás mejorar en el futuro.

Cuando él era pequeño, yo fui su madre. En un principio le veía como una carga para mí. Siempre con él, siempre pendiente, sin poder hacer mis cosas. Le acostumbraba a ir sin chupete para que a la noche mis padres se lo dieran y así no oírle llorar.

Nació en un momento en el que yo lo único que quería era mi libertad, por lo que me comporté siempre de forma egoísta.

No he aprendido a quererlo como algunos de esos hermanos se quieren entre sí, a muerte. Estoy segura de que piensa que no le quiero la mitad de las veces.

Como mi padre, no es que no le quiera, es que no sé demostrarlo. Tengo los sentimientos confundidos. A veces he llegado a casa llorando y me he ido a buscarlo para abrazarlo. Y le he contado mis cosas, no sin sentirme ridícula por explicárselo a un niño de diez años.

Pienso, qué podrá decirme él, para hacerme sentir mejor… Y de su mente infantil surge un sabio “ya pasará”. A veces intento dialogar con él, como con un adulto. A veces me gustaría que el fuera más adulto para entenderme, o ser más niña yo para entenderle a él.

Vive en un mundo donde la preocupación máxima es que no jueguen con él en el patio, y yo en uno donde me deprimo si no llego a fin de mes.

Me gustaría tener más paciencia con él de la que tengo. Tener más tiempo que dedicarle, pero apenas tengo tiempo para mí. A veces pienso, ahora que me he puesto el Cartoon Network en casa, igual podría ir a buscarle algún día para merendar…

Pero tengo miedo de que ese “de vez en cuando” se transforme en una obligación, así que no lo hago. Quizás soy mala hermana. Es posible. Lo que sí tengo claro es que cuando se venga mi hermano a mi casa quiero que se venga él solo. Para poder hablar nosotros y conocernos mejor.

Lo que me pasa es que no sé qué preguntarle. Ni sé cómo entenderle.

No me dieron ningún Manual del Buen Hermano. Quizás un día pueda escribirlo yo.

Aun así, también a él le quiero mucho, aunque llegara de manera inesperada. Se está esforzando mucho en todo lo que hace, y me da la sensación que compite eternamente conmigo.

Tiene que soportar muchos días que le digan, aunque sea inconscientemente, que “tu hermana no haría esto”, “tu hermana haría tal”, “tu hermana sacaba muy buenas notas”, “tu hermana…” y eso debe ser duro de verdad.

Siempre comparado conmigo. Es como si viviera para no decepcionar a nadie y no su vida propia. Y sólo tiene once años. A veces se me olvida ese detalle: que no es más que un niño, y que aunque yo a su edad fuera un Peter Wiggins, él quizás es un Ender Wiggins y sólo tiene que crecer y darse cuenta que puede ser brillante.

También a ti te quiero mucho, tío… Es solo que a veces tu hermana es tonta y no sabe demostrarlo, ni comportarse delante de ti…

**** Los pilares de mi vida

Pues sí, éstos son los pilares de mi vida, mi familia (mis padres mi hermano y Grunttt), mis amigos (Ana, Montse y alguna persona más) y mis gatos (todos ellos, desde Fifo, Mimí y Popi, a Tigre, patriarca de nuestra comunidad gatuna del paralelo, que con Kyra tuvo a Livingstone, Pipo, Pandy y Nené y que a su vez, 21 años más tarde dieron origen muchas generaciones después a Aemon y Rei (Rhaego).

Escribo este post, para dejar constancia de cosas que a veces, dichas de palabra, no se me da bien decir: mamá, papá, bicho, os quiero mucho.

4 comentarios:

Maile dijo...

Que hermoso, gracias por compartir tu historia familiar. Me identifiqué con mcuhas cosas, sobre todo con lo de tu papá, a mi me pasó lo mismo, recien cuando me fui de mi casa hable con el por primera vez en mi vida, y fue por telefono, y lo de tu hermano, que se yo, en realidad puede que te admire mucho mas de lo que pensás, es lo que suele pasar con los hermanos menores (yo soy una).
Y las cosas se dan, uno va creciendo, y achicando al mismo tiempo, no nos tenemos que auto apurar, hay sentimientos que yo prefiero mantener intactos, o renovarlos, cosas de cuando era chica, cosas que me ponian feliz, o soluciones "magicas" a mis problemas, porque después de todo, si te las rebuscás la plata aparece, y en realidad es lo que menos importa, hace unas semanas estaba de visita en lo de mi hermana en Buenos Aires, y me despertó para decirme que me vistiera que se estaba quemando la casa de al lado, al principio no entendia nada, y cuando me vesti miré a mi sobrina que dormia, y abracé a mi hermana, nada más que ellas era lo que me importaba en ese momento, no se si me expliqué bien... pero bueno,
en fin, un placer leerte.

Anónimo dijo...

Wapaa...bueno bueno por fin he conseguido abrir esta ventanita, eso si desde el curro, en mi casa ya sabes que mi pc se revela contra tu blog ... hoy es un día feliz, acabo de firmar mi contrato por fin y se algo más de ti leyendo toda la historia de tu vida, un dia me pararé a pensar en mi vida, puesto que no creo recordar yo tantas cosas de mi infancia, salvo que era un erizo y no saludaba a nadie hasta que un día se me pasó, sabiendo que desde aquí si me deja colaborar en este blog ya me iré haciendo archivillos en word y te los iré pegando aquí, así algo de mi se queda aquí.

ale he de volver al mundo laboral...que vida esta en la que si no trabajas no puedes vivir, cualquier día propondré que se vuelva al trueque, claro que entonces tendría que fabricar mantequilla o algo por el estilo...siempre trabajo y más trabajo...en fin ya nos leemos corasón.

besos de la Moony, por cierto ayer volví a morir, jodios enanos ...

Ysondra dijo...

Muchas gracias, pequeñas revelaciones, por tu comentario =)

Para mí es mucho más fácil a veces pensar en voz alta, y como mi familia también se lee mi blog para estar al día, qué mejor que dedicarles también un post, después de haber hablado tanto y tanto y tanto de mí misma.

Moonyyyyyyyyyy

Asias por pasar ^^ me amenizas la mañana ^^

Tía, tú desde que estás con vida de pseudo-casada andas missing xD =P

Me alegro mucho por vosotros dos ^^

A tí te dejo colaborar en to lo que quieras >=)~ Jias jias jias ^^ (Shhhhhhhh que no se entere quien yo te diga xD ^^).

Un besito :* Wapa!

Ysondra dijo...

Sirio, se me escacharró tu post no sé pq...

Mándamelo de nuevo si eso tío...

Un beso :*

Ánimo con el WoW, yo el finde entraré un rato supongo, si no me ofrecen plan mejor >=) (o me lo ofrezco yo, en mi línea de autoinvitaciones xD).