12/27/2006

Esto también pasará

(c) Marek Hlavaty

Los personajes de mi selección de grandes películas de acción de ayer y hoy, como por ejemplo “La boda de mi mejor amigo”, pronuncian de tanto en tanto frases de esas que alguna vez oyes por ahí y se consideran ya “célebres”…

“Esto también pasará”

Sí, la verdad es que todo pasa, quieras o no. Lo bueno, y lo malo.

Hace unos días bajaba del bus hacia casa, y en el camino de la parada a mi sancta sanctorum me quedé recordando un poco todo lo que ha pasado este año.

La verdad es que este año ha pasado volando, muy, muy, muy rápido. Apenas si me di cuenta de ello. Pero por otro lado, mucho de lo que ha sucedido me parece terriblemente lejano.

Supongo que es lo que tiene la Navidad que le pone a uno melancólico, y hace que rememores qué hacías el año anterior. Pues el año anterior yo estaba en casa de uno de mis ex, haciendo la comida me imagino. Y este año pasé el día de Navidad en mi casa, en mi cama, viendo eso que una vez juré y perjuré que no vería en la vida porque era un palo (uséase: la serie de Lost), comiendo una pizza caprichosa made in Buittoni, en la compañía de mis gatos.

A más lo pienso, más me parece que soy una de esas viejas locas solitarias que viven con felinos xD, con la salvedad de que no soy vieja (aun, todo se andará).

La cosa es que caminando hacia casa aquel día, me parecía mentira todo lo que estaba yo haciendo a principios de año. Quiero decir, que si me hubieran dicho que fue un sueño, o alucinaciones mías y que nunca viví esa situación, me lo hubiera creído.

¿No es curioso? Que puedas llegar a sentir muchísimo por algo o por alguien, pero después ase el tiempo, y que de verdad se borre, y que ya no sientas nada cuando recuerdas aquellos días. Ni rabia, ni dolor, ni tristeza, ni ansiedad… Simplemente nada. Como si nunca hubiera estado ahí.

Y si piensas eso, cuando ha pasado apenas un año… ¿Qué quedará de esos recuerdos dentro de diez? Absolutamente nada, como esos sueños que no recuerdas al despertar y que un día un flash te trae de vuelta.

Por un lado, ese conocimiento provoca un alivio increíble. Tener la certeza de que lo que hoy duele, mañana no dejará apenas rastro… O si no mañana, cuando pase el tiempo suficiente.

Grunttt siempre me decía, el tiempo lo cura todo. La sabiduría del orco poeta.

Estos días está de moda la pregunta esa de “¿qué tal las fiestas?”. Es casi de tan mal gusto como preguntarle a un soltero “¿tienes ya pareja?”. Porque… ¿Qué voy a responder?

- Pues mira verás, una puta mierda, en mi casa, en la cama, viendo la tele. Me he visto los cinco primeros capítulos de Heroes, la primera temporada de Lost, he engordado probablemente un par de kilos y he leído Strangers in Paradise. Ah, se me olvidaba, también estuve en el tanatorio.

Pero claro, ¿queda muy feo decir eso no?

Anyway…

Hay cosas que no pueden esperar y que no entienden de festividades. Supongo que la muerte es una de esas. Está claro que cuando pasa uno piensa “Joder, será por días…” Pero seguro que el primer implicado en el tema, no estaba para nada interesado en que le sucediera nada ni ese día, ni ningún otro. O sí… Qué sé yo.

El caso es que muy a nuestro pesar estuvimos en el tanatorio el lunes y el martes, porque falleció el padre de un amigo. En esos días te das cuenta de la gente que está a tu lado de verdad. Y de las cosas que importan. Y por un momento, por un instante me quedé pensando… Fíjate… Ahí mi amigo con el berenjenal y yo con pensamientos triviales como si le gusto a un imbécil o no.

Supongo que cosas como estas te hacen poner un poco todo en su sitio.

Aparecen personas que no habías visto en meses, y que sabes que después ya no volverás a ver, pero bueno, al menos tuvieron dignidad bastante como para estar en el momento que tuvieron que estar.

Pasa que no pude contener mi lengua sarcástica y me salió del alma la frase “Vaya, vaya, mira lo que nos traen los fantasmas por aquí”… Así soy yo, doña conciliación. Aun suerte que no dije nada peor. Por respeto, supongo.

La verdad es que la experiencia del tanatorio no me gustó nada.

Bueno, claro que… ¿A quien le gusta? Quiero decir, no es el típico sitio al que vayas a leer por deporte (aunque yo me llevara un libro por si las moscas).

No tenía gana alguna de entrar en la sala de velatorio, así que estuvimos todo el rato en la sala amplia de fuera, en los sofás, charlando y riendo en la medida de lo posible. La cosa es que no podías escapar igualmente a la realidad de la situación. A la que te descuidabas pasaban “esas cosas” por delante de ti… Ya sabes… Las cosas esas de madera (por fortuna, cerradas).

No me atreví a ver el bueno… El Eso. No es que tuviera una gran amistad con el padre de mi amigo, la verdad, estaba allí para apoyar a mi amigo y nada más. Para que no estuviera solo. Por un lado sentía el impulso de entrar… Pero por otro… Es como… Mientras no lo ves, puedes negarlo. No vas a tener esa imagen grabada en tu retina. Incluso podrías obviarlo o hacer ver que se fue de viaje.

En cambio… Ponerte ahí delante… ¿Quién querría por voluntad propia? Ver no sé… Que de verdad queda una cáscara y no hay nada dentro. Que ya no se mueve… Joder, me parece muy fuerte. Así que no me atreví a entrar.

Al día siguiente tuvimos el resto del velatorio y la misa. En fin… Me entró un cierto remordimiento de conciencia… ¿Pasará algo por que una atea esté en la misa de un difunto cristiano? Quiero decir… Yo no rezaba. Pero bueno, como dice Grunttt el funeral es para los vivos, para ayudarles a pasar el trago y seguir adelante.

La única cosa con la que estoy de acuerdo de todo el discursito del cura fue que morir es la última cosa que hace un vivo. O algo así.

Después, fuimos directos ya al cementerio a dar por concluida la ceremonia, con todo lo que ello conlleva.

No sé. Parece un poco irreal. No me acabo de imaginar el día que le pase por ejemplo a mi familia. Lo único que pasaba por mi cabeza era… Cualquier día (lejano, esperemos) estaré yo ahí. Quiero decir… No en el sofá sentadita. Si no en… Bueno, Ahí.

Joder, espero que no se le ocurra a nadie jorobarme la “existencia” con una ceremonia cristiana. A mí que no me rocíen con agua bendita ni echen los sermones esos, ni hagan la clase de aeróbic gratuita a quien me venga a despedir. Tanto “levántense, siéntense”. No sé. Supongo que con que me despidan, dejen el Eso cerrado, con una foto mía si acaso encima (por los buenos tiempos), rodeada de mis amigos y mis gatos (o un álbum de fotos ya puestos), basta. Y que no sermoneen a nadie, que yo ya sé que no hay vida eterna. Y después yo qué sé… Que la gente se vaya de fiesta.

Que no estén tristes y que piensen que eso también pasará y que un día recordarán todo como una cosa más. Porque supongo que si profundizas mucho, acabas volviéndote loco. Y conociendo a mis amigos, si son ellos quienes vienen a despedirme (que espero que sí, porque eso querrá decir que no tengo que despedirlos yo), convenimos todos que no necesitamos que estén más locos.

Anoche, la verdad, no dormí bien. Me desperté unas cuantas veces… Y me quedé pensando… Joder, si yo siento esto y no duermo bien… Qué no sentirá mi amigo. Supongo que ahora lo que toca es estar todos juntos. Y apoyarle. Porque para eso estamos.

En fin.

Ya te digo, vaya navidades.

Lo gracioso es que los fantasmas siguen apareciendo.

Hoy incluso mi anterior ex. El que originó el presente blog, de hecho. Fue una especie de reencuentro así entretenido. Teníamos un par de cosas pendientes que finiquitar.

El caso es que me dijo que no sabía bien, bien, si hablarme o no, porque sabe que soy rencorosa y pensaba que le odiaba.

Hombre, realmente, odiarle, odiarle, lo que se dice odiarle, pues no. A ver, la verdad es que sentí algo muy parecido a eso al principio. Además estaba convencida de que me la había jugado.

Me dijo que era libre de creerlo o no, pero no había sido así. Más vale tarde que nunca, dicen. Aunque es lo que le respondí esta mañana: que realmente, ahora ya no importa, pero aprecio el detalle.

Y es curioso, porque de todo eso que sentía, no queda nada. Me asombra, en serio, la capacidad del ser humano de olvidar. Dicen que si ahora nos salieran todos los dientes, como cuando éramos pequeños, nos moriríamos del dolor. Supongo que esa es de las primeras experiencias que uno aprende a dejar atrás. ¿Quien quiere recordar un mal trago?

No sé… Supongo que cuando algo no funciona, pues no funciona. Y punto. Quiero decir, ¿qué más da buscar de quien es la culpa? En el fondo el resultado es el mismo.

Y cuando ya no sientes nada por esa persona, puedes hablar con ella como con cualquier otro ser sobre la faz del planeta. Supongo que no tienes porqué destrozarlo. Ni hacer ver que no existe. Ya se encargará el alzheimer de eso dentro de unos años.

Supongo que debe ser la madurez fruto de las primeras canas. La sabiduría inherente al blanco, qué sé yo.

Debería hacerme una camiseta con: “Yo sobreviví a mi Primer Ex, al El Dibujante, al Panadero Informático, a la Hija del Fuego, al Informático Loco, al Capitán Nemo, y sobreviviré al próximo (o próxima, que no lo descarto)”. Si acaso me pido una XXL, que al paso que voy… A los 80 no sé cuant@s Ex tendré xD

Y que me entierren con ella xD y en tanga. No me quiero imaginar a una yaya vestida así… Realmente, mejor que no abran el Eso cuando me velen xD

Iremos haciendo marcas en la camiseta, como los cowboys hacen muescas en la culata de las pistolas.

Ahora que tengo que decir, que me siento muy satisfecha de que hasta la fecha no llevo los cuernos puestos… Que, la verdad, era casi lo que más me jodía del asunto. Ysondra y su Ego. Qué le vamos a hacer.

Nada dura para siempre. Ni las alegrías, ni los pesares.

Esto, sea lo que sea, también pasará.

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